Durante aquellos años, entre 1944 y 1948, se fueron formando por tanto en Mallorca diversos núcleos de cursillistas –unos captados por los nacientes Cursillos de Cristiandad, y otros procedentes de la Acción Católica y ahora «relanzados» a través de los Cursillos de Adelantados y Jefes de Peregrino–, que mostraban un estilo y una dimensión nueva del Cristianismo, realmente joven y masculina, que contrastaba claramente dentro del desprestigiado catolicismo de la Isla.

En los núcleos rurales iniciales –Felanitx, Son Mesquida, Calonge, Inca y Manacor– el grupo se orbitaba a través de dirigentes seglares locales, como Miguel Fiol, Onofre Arbona, Francisco Oliver, etc.

En la capital, Palma, el grupo inicial de cursillistas se articulaba a través de la Escuela de Dirigentes de los jóvenes de Acción Católica, a la que, ante su empuje y crecimiento, comenzaron a prestar atención reverendos muy cualificados, y muy singularmente el Padre Gabriel Seguí, de los Sagrados Corazones, que impartia en ella un curso completo sobre Estudio y Meditación de los Evangelios, que aún recuerdan muchos de aquellos pioneros; más esporádicamente colaboraron también con la Escuela en esta fase, D. Sebastián Gayá y el Padre Bartolomé Nicoláu, franciscano de la Tercera Orden Regular.

“Entre los seglares integrantes de aquella Escuela de Dirigentes deben destacarse –aparte, como es lógico, de Eduardo Bonnín, Jose Ferragut y Juan Mir–, los ya también citados Riutort, Guillermo Estarellas, Antonio Ruíz, Miguel Fiol y Onofre Arbona, junto a otros no menos significativos en esta fase de alumbramiento del nuevo método: Bernardo Ribas, Vicente Bonet, Jerónimo Salleras, Antonio Frau, Fausto Morell, Miguel Mulet, Pascual Moragón, Viver, etc.

Esta Escuela fue considerada institucionalmente como el núcleo fundacional de los Cursillos, y por ello, como veremos, Monseñor Hervás tuvo desde el principio de su mandato como Obispo en Mallorca, una especial consideración hacia ella. En efecto, la Escuela fue recibida corporativamente durante meses, una vez a la semana, en Misa de madrugada en el Palacio Episcopal, durante la cual les impartía una meditación.

Y ello nos hace enlazar con otro hecho trascendental en la historia de los Cursillos.

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